FELIZ 2024

Ayer fui a cargar nafta. Desde el auto  vi a una mujer que en el barcito de la YPF  gesticulaba al punto de que su colita de pelo se movía como las aspas de un molino en pleno tornado. Yo, del kiosquito de la YPF, no necesitaba nada. Salvo saber, claro. Así que,  me inventé una necesidad y entré.  

La mujer en cuestión -cuarentona muy trabajada en megagimnasio megafamoso megaprotéitco-, apuntaba sus llaves de su megacamiomenta megatilinga  a un evidente sugar daddy megabronceado en toda su decadente gloria. 

El chico del barcito me atendió con algo parecido a una sonrisa, y me dijo que hacía como tres horas que se gritaban. La discusión versaba sobre la propiedad de la megacamioneta, el departamento y las vacaciones en Punta. En mi cerebro empezó a sonar  El  diablo de tu corazón,  de Fito. “Te hacés la chica sin tabús, pero sufrís baja presión. Juguemos, nena. Peleemos, nena. ¡Bancateló!”

A la tarde, mientras estacionaba en la puerta de mi casa, un tipo bajó la ventanilla de su auto y me gritó de todo. ¿Por qué? No sé. Y Fito volvió en la misma canción. “Y hay mucha rabia, suelta. Y angustia, nena. Y hay mucha, mucha desesperación”. 

Hoy con unos amigos y mi hija fuimos a la feria de Solano. Sonaba música en todas partes. Un viejo que vendía chucherías bajo el sol se puso una guitarra en la espalda y, rasgando por encima de la cabeza, tocó algo que no entendí pero que me encantó porque el viejo se mataba de risa. Entonces mi amigo empezó a bailar en el medio del paso.  Y entonces pasó un hombre que vendía pilas, tabletas para los mosquitos y poemas. Y ahí Fito apareció de nuevo: “Allá en los años 80 estaban altas las defensas. No se comía tanta mierda” “Buenos Aires, te falta mambo. Te sobra muerte y pasarela”.  “Hay pibes en el balcón. También hay pibes en un cajón. La p#ta madre que los remil parió”.

Llegué a casa y sentí que vivimos en dos realidades. Una evidente, esa que flota en la superficie, que acecha  oscura, violenta, dura, patética, trágica, angustiante, injusta, maldita. Y otra, esa que se esconde en las grietas, que relumbra en en el arte, que late en la música, que explota en la risa, esa que lo ilumina todo, que aliviana el espíritu como una promesa que nos decimos bajito al  oído, que estremece como un suspiro cerca del cuello, que hace cosquillas en la piel, que en los ojos cómplices se ve como una llamarada. Esa que nadie se anima a nombrar porque los conjuros son claros: si lo decís, no se cumple.  

Y Fito vino de nuevo.  “No te asustes, amor. Las cosas tienen que estar bien. Ya no se puede estar peor. Las cosas van a estar mejor. Vas a ser feliz, sacate el diablo de tu corazón. Buenos Aires, sí, cortá la mufa de tu corazón”   






Que este 2024 saquemos la mufa del corazón, que dejemos de mostrar dureza cuando todos anhelamos ternura. Que la frialdad no sea una virtud. Que el cinismo deje de ser  protagonista. Que nunca nunca nunca dejemos de mirar a los otros. Que no se pierda el arte. Que cantemos, recitemos, bailemos por necesidad y como un acto de fe y de revolución. 

Feliz 2024, amigos. Y, como diría, Fito: “Yo quiero ver tu risa”. “Vayamos juntos a patear el sol”.     




Pd: escuchá la canción que te dejo. Aunque no te guste Fito, es  mi banda de sonido de esto que te cuento y te deseo. Es mi regalo para vos.  


Comentarios

Entradas populares de este blog

Calma chicha

Top Gun Maverick. ¿Quién dijo que las segundas partes no son buenas?