FELIZ 2024
Ayer fui a cargar nafta. Desde el auto vi a una mujer que en el barcito de la YPF gesticulaba al punto de que su colita de pelo se movía como las aspas de un molino en pleno tornado. Yo, del kiosquito de la YPF, no necesitaba nada. Salvo saber, claro. Así que, me inventé una necesidad y entré. La mujer en cuestión -cuarentona muy trabajada en megagimnasio megafamoso megaprotéitco-, apuntaba sus llaves de su megacamiomenta megatilinga a un evidente sugar daddy megabronceado en toda su decadente gloria. El chico del barcito me atendió con algo parecido a una sonrisa, y me dijo que hacía como tres horas que se gritaban. La discusión versaba sobre la propiedad de la megacamioneta, el departamento y las vacaciones en Punta. En mi cerebro empezó a sonar El diablo de tu corazón, de Fito. “Te hacés la chica sin tabús, pero sufrís baja presión. Juguemos, nena. Peleemos, nena. ¡Bancateló!” A la tarde, mientras estacionaba en la puerta de mi casa, un tipo bajó la ventanilla de su auto y